La Real Academia Española (RAE) desempeña una importante tarea al regular, preservar y definir el idioma español. Sin embargo, su definición de la palabra "anticucho" como "carne" presenta una serie de fallos que merecen ser analizados. Este error no solo revela una falta de precisión, sino que también evidencia una desconexión cultural. Como señala Denegri (2011), “omitir el hecho de que nuestro inconfundible anticucho es de corazón de vaca equivale llanamente a desperuanizarlo” (p. 255).
Denegri cita a Pedro Manuel Benvenutto Murrieta, quien en su obra Quince Plazuelas, una Alameda y un Callejón critica a Palma y Arona por no haber definido correctamente el término "anticucho". Mientras Arona pensaba que el anticucho se preparaba con carne y se freía en una sartén, Palma lo concebía como un platillo a base de hígado. Ante estas imprecisiones, Benvenutto protesta: “No, señores; no. Los anticuchos son trocitos de corazón de vaca, condimentados con ajos, cominos y ají, ensartados en una cañita y fritos a la parrilla” (Denegri, 2011, p. 255).
Al preguntar a varios peruanos sobre la definición de anticucho, muchos no supieron ofrecer una respuesta adecuada. No estoy seguro si esto refleja una falta de conocimiento o una confusión respecto a la identidad del platillo. Ignorar estos aspectos es una omisión significativa que resta valor a la rica herencia cultural que representa.
La definición del anticucho por parte de la RAE como "carne" es, en efecto, una simplificación que no solo resulta imprecisa, sino que también subestima la diversidad cultural y gastronómica del Perú. Es fundamental que el lenguaje refleje la autenticidad de las tradiciones que lo sustentan. En este sentido, la RAE tiene la responsabilidad de actualizar sus definiciones, promoviendo un entendimiento más profundo y respetuoso de las lenguas y culturas que representa.
Referencia
Denegri, M. A. (2011). Lexicografía. Editorial San Marcos.
Fecha de publicación:
19 de octubre del 2024
Autor
Almida Ada Tipo Lucana